Una mala planificación, ausencia de gobernanza efectiva y marcos legales, instituciones frágiles, escasa capacidad de las autoridades legales y falta de un mecanismo de monitoreo sólido son factores que disminuyen la posibilidad de fomentar el desarrollo urbanístico sostenible a largo plazo.
Es evidente que existe una necesidad urgente de establecer un mecanismo global de monitoreo que se adapte al ámbito nacional y local. De esta forma, se crearía un marco general que permitiría a las ciudades, países y comunidad internacional medir sus progresos e identificar posibles dificultades.
En 2012, ONU-Habitat creó un instrumento para medir la sostenibilidad de las ciudades. Este instrumento, conocido como el Índice de Prosperidad Urbana (CPI, de City Prosperity Index en inglés), vino acompañado de una matriz conceptual, la Rueda de la Prosperidad Urbana.
En 2013, ONU-Habitat recibió numerosas peticiones de autoridades locales y de gobiernos centrales para estimar sus respectivos índices de prosperidad.
Un instrumento para medir el desarrollo urbano sostenible
Alcaldes y demás dirigentes querían saber cómo estaban sus ciudades en comparación con otras. Buscaban información sobre cómo mejorar la puntación y que medidas sus ciudades tomar para avanzar hacia el camino de la prosperidad, así como formas de decidir qué programas y políticas podrían funcionar y los posibles impactos derivados de sus acciones.
Como resultado de estas peticiones, ONU-Habitat transformó el Índice de Prosperidad Urbana en una iniciativa global conocida como la Iniciativa para la Prosperidad Urbana. Esta iniciativa es un diálogo métrico y político, que ofrece a las ciudades de los países desarrollados y en vías de desarrollo la posibilidad de crear indicadores y datos de referencia, lo que para muchas es inédito.
Por otra parte, esta iniciativa también sirve para definir objetivos y metas que puedan apoyar la creación de políticas con base empírica, incluyendo la definición de visiones de ciudad y planes a largo plazo que sean ambiciosos y verosímiles.
La Iniciativa para la Prosperidad Urbana de ONU-Habitat (CPI) no solo dota a las ciudades de índices y medidas relevantes, sino que también permite a las autoridades municipales y demás partes interesadas, en el ámbito local y nacional, en identificar oportunidades y posibles áreas de intervención para que sus ciudades sean más prósperas.
Un enfoque holístico para la prosperidad
La prosperidad, según ONU-Habitat, es una construcción social que se materializa en el terreno de las acciones humanas. Se basa, de forma consciente y deliberada, en las condiciones predominantes en cualquier ciudad y en cualquier momento, sin tener en cuenta el tamaño o el local. Esta es una noción más amplia que tiene que ver con políticas claras y con un desarrollo armónico y equilibrado en un ambiente justo y equitativo.
ONU-Habitat conceptualiza la noción de prosperidad urbana a partir de los siguientes elementos: productividad, infraestructura, calidad de vida, equidad e inclusión, sostenibilidad ambiental, gobernanza y legislación.
El CPI se basa en los principios fundamentales de los derechos humanos.
Considera que la urbanización, como proceso, debería adherirse a los principios de los derechos humanos, mientras que la ciudad, como resultado, debería responder a una serie de normas específicas de derechos humanos que deben ser medidas.
En este sentido, el acceso a una vivienda adecuada, agua y saneamiento o cualquier otro derecho cívico, cultural, económico, político o social está codificado en cualquiera de los tratados sobre derechos humanos y es parte integral de los indicadores y sistemas para calcular el CPI.